LA “CUESTION NACIONAL” EN EL PTS: DE LEON TROTSKY A RUBEN PATAGONIA
por Jacinto Corvalán Minor
La revista “Ideas de Izquierda”, como se sabe, es “marxista” y -específicamente- “trotskista”. El primer nombre de su Consejo Editorial es Christian Castillo, principal dirigente y teórico del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Entonces, cuando uno se encuentra con un artículo de la socióloga Azul Picón, que se titula nada menos que “La Cuestión Nacional” (*) y se encabeza con una cita de León Trotsky, naturalmente espera un desarrollo o al menos una reiteración del punto de vista del Jefe del Ejército Rojo sobre la balcanización de América Latina y la consigna que él lanzó en 1934 como clave que contempla el futuro del continente al sur del rio Grande: los “Estados Unidos de América Latina”. Con esta consigna estratégica, Trotsky enlazaba con la tradición bolivariana nunca apagada del todo de unidad e independencia iberoamericana y soldaba esa perspectiva a la del socialismo en un proceso de revolución permanente. Con ella, sea dicho de paso, Trotsky ponía de relieve su profunda comprensión del carácter del problema nacional en América Latina: fundamentalmente, el derecho de nuestros pueblos a constituir la unidad nacional quebrantada por la dialéctica malsana de sus particularidades geográficas, la inmadurez y cobardía política de sus clases burguesas y la penetración disolvente del imperialismo.
Pero he aquí que para estos “trotskistas” (la dirección de la revista no ha rectificado la opinión de Azul Picón, y quien calla comparte) la “cuestión nacional” en América Latina no consiste, como dijo en su momento el maestro invocado al principio de la nota, en el derecho de los latinoamericanos a unirse, sino en el derecho de los “pueblos originarios” a “la autodeterminación, a la autonomía política y […] el más amplio florecimiento cultural”. Reconoce la autora que “los pueblos indígenas no plantean un Estado separado” (lo cual es falso, al menos en el caso de la “Nación Mapuche”), pero la “teórica” de la “cuestión nacional” está dispuesta a reconocerles el derecho a la separación territorial, porque “el derecho a la autodeterminación contempla el derecho a formar un Estado separado”. Sobre la consigna histórica central de la verdadera Cuestión Nacional, vale decir, la de los Estados Unidos Socialistas de América Latina, no dice ni una palabra esta “trotskista”.
Cualquiera pensaría que el primitivismo teórico de estos falsarios, disimulado con una erudición pretensiosa y libresca, es la causa principal de esta extravagante forma de entender la “cuestión nacional”, de no comprender a la Nación como categoría histórica de una etapa determinada del desarrollo de la sociedad burguesa; de no entender que no todo colectivo humano es una nacionalidad; y de que una etnia no es una Nación en sentido científico. Cualquiera pensaría también que el permanente hostigamiento del PTS y de su hermano gemelo el Partido Obrero a los movimientos populares latinoamericanos que, aún con todas las limitaciones que muestran, están enfrentados al imperialismo, pensaría -decimos- que es una posición errada que derivaría de la incomprensión de la táctica trotskista de “apoyo crítico” a esos movimientos, táctica elaborada por el ilustre exiliado en Méjico en relación al gobierno burgués de Lázaro Cárdenas. Recordemos que en 1937 el hombre de Coyoacán, refiriéndose a los “trotskistas” mejicanos de la Liga Comunista Internacionalista -antecesores directos del PTS y el PO- calificó de “antimarxista, falso y aventurero” el posicionamiento de la LCI contra el gobierno del Presidente que -y es toda una definición- le había dado el asilo que le negaba el “planeta sin visado” y se encontraba enfrentado a los monopolios petroleros imperialistas.
Pero el que así pensara pecaría de una extrema ingenuidad. Efectivamente: el esquematismo teórico y el pensamiento rudimentario, sin matices, llevan cierta parte en estos desvaríos ideológicos, pero su constante alineamiento con la Sociedad Rural y la partidocracia neoliberal en todos los momentos cruciales del devenir nacional, así como su ocultamiento deliberado del pensamiento latinoamericano de Trotsky -que sus editores del CEIP conocen perfectamente- indican con claridad que no estamos sólo en presencia de una comprensión insuficiente, sino -principalmente- de una ideología y una praxis propia de imbéciles o de traidores, que en definitiva políticamente es más o menos lo mismo, porque -como indicó el mismo Trotsky- “una imbecilidad llevada a ese nivel equivale a la traición”. Porque ¿Qué otra cosa que una traición a la revolución latinoamericana es predicar un plus de balcanización sobre la división que aun padecemos sin superar? ¿Qué otra cosa que una traición es ocultar que la sede del Comité exterior Mapuche se encuentra en Bristol (Inglaterra) y está constituido por un supuesto “mapuche” (Reynaldo Mariqueo) y 17 anglosajones; que el movimiento indigenista en toda América Latina está financiado por ONGs de origen imperialista; y que el “territorio nacional” que pretenden los mapuches apoyados por Castillo y Picón contiene “casualmente” las vertientes de agua dulce más importantes del planeta y los yacimientos hidrocarburíferos de Vaca Muerta, los más grande de Latinoamérica? ¿Cómo ignorar que el indigenismo fundamentalista es una de las bazas esenciales jugadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países metropoli-tanos interesados en nuestras riquezas naturales?
La Cuestión Étnica -o de los pueblos indígenas-, como cuestión histórico-social a resolver, sólo puede solucionarse con equidad y justicia para sus integrantes en el marco de la gran unidad latinoamericana y no en los límites de una mayor dispersión nacional, que no hará más que agravar nuestra indefensión ante el imperialismo. Para ello es necesaria la construcción de la Alianza Plebeya entre la clase obrera y la pequeñoburguesía revolucionaria, y no la absurda sumatoria de “el proletariado en alianza con los indígenas” que propone en su ignorancia la “téorica” ultraizquierdista. Todo su pensamiento -si es que podemos llamar así a estas deyecciones de la mente- indica claramente que Picón, Castillo y cia (o CIA), han reemplazado a León Trotsky por Rubén Patagonia, el interprete gritón de un folklore patagónico inexistente, inventado por los empresarios del espectáculo para consumo de estudiantes de filosofía y letras, contingente orgánico de los partidos “obreros” cipayos, sirvientes objetivos de nuestros opresores.
Rosario, 5 de noviembre de 2.014
(*) Azul Picón: “La Cuestión Nacional”, en revista “Ideas de Izquierda” n° 08, Abril de 2014, págs. 16/17